«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es
necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor,
y no le será
quitada».
Lucas 10, 38-42
El
frasco y las piedras
Un experto estaba
dando una conferencia a un grupo de profesionales.
Para dejar en claro un punto, utilizó un ejemplo que los profesionales jamás olvidaron. Parado frente al auditorio de gente muy exitosa dijo: Quisiera hacerles un pequeño examen...
De abajo de la mesa sacó un jarro de vidrio, de boca ancha y lo puso sobre la mesa frente a él. Luego sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y empezó a colocarlas una por una en el jarro.
Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía colocar más piedras preguntó al auditorio: ¿Está lleno este jarro?. Todos los asistentes dijeron SI.
Entonces dijo: ¿Están seguros?, y sacó de abajo de la mesa un balde de piedras pequeñas.
Para dejar en claro un punto, utilizó un ejemplo que los profesionales jamás olvidaron. Parado frente al auditorio de gente muy exitosa dijo: Quisiera hacerles un pequeño examen...
De abajo de la mesa sacó un jarro de vidrio, de boca ancha y lo puso sobre la mesa frente a él. Luego sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y empezó a colocarlas una por una en el jarro.
Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía colocar más piedras preguntó al auditorio: ¿Está lleno este jarro?. Todos los asistentes dijeron SI.
Entonces dijo: ¿Están seguros?, y sacó de abajo de la mesa un balde de piedras pequeñas.
Echó un
poco de piedras en el jarro y lo movió haciendo que las
piedras pequeñas se acomoden en el espacio vacío
entre las grandes.
Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más... ¿Está lleno este jarro?.
Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más... ¿Está lleno este jarro?.
Esta vez el auditorio
ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes
dijo en voz alta "probablemente no". Muy bien contesto
el expositor.
Sacó de
debajo de la mesa un balde lleno de arena y empezó a echarlo
en el jarro. La arena se acomodó en el espacio entre las
piedras grandes y las pequeñas. Una vez más preguntó
al grupo: ¿Está lleno el jarro?. Esta vez varias
personas respondieron a coro: NO!.
Una vez más
el expositor dijo: Muy bien!, luego se sacó una jarra llena de agua y echó
agua al jarro hasta llenarlo. Cuando terminó, miro al auditorio
y preguntó: ¿Cuál creen que es la enseñanza
de esta pequeña demostración?
Uno de los espectadores
levantó la mano y dijo: la enseñanza es que no importa
qué tan lleno está tu horario, si de verdad lo intentas,
siempre podrás incluir más cosas...
No, replicó el expositor, esa no es la enseñanza.
La verdad es que esta demostración nos enseña que:
No, replicó el expositor, esa no es la enseñanza.
La verdad es que esta demostración nos enseña que:
Si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento.