«Tu eres mi siervo, (pon tu nombre aquí),
por medio de ti me glorificaré».
por medio de ti me glorificaré».
Isaías 49,3.5-6
Di: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Salmo 39
En una cacería, una manada de tigres fue
abatida por los cazadores. Sólo se salvó un cachorro de tigre.
Al día siguiente pasó por allí un rebaño
de cabras y lo adoptaron. El baby tigre se
convirtió en una cabra, comía hierba y vivía
como las cabras.
Nuestro baby tigre intuía que era algo
diferente y cuando contemplaba su imagen en el
agua se veía distinto de las cabras.
Un día un tigre grande, maduro y macho se
acercó donde las cabras pastaban y todas huyeron
despavoridas. El baby tigre se quedó quieto,
mirando y esperando.
De repente el tigre rugió con toda su
fuerza. Los ojos del pequeño se abrieron y supo
quién era. No era una cabra. Era un tigre.
Corrió hacia el gran tigre, le siguió y pasó el
resto de sus días en su compañía.
Algo en su interior le decía que no era
una cabra.
Algo en su interior le decía que no era
una más del rebaño.
Algo en su interior quería brotar y
revelarse a su conciencia.
Cuando oyó el rugido hermano, se despertó
en él la imagen perdida y supo quién era,
descubrió su identidad.
Nosotros estamos aquí para escuchar
también el rugido del Espíritu Santo y descubrir
nuestra verdadera identidad.