En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud.
No tendrás
otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que
hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la
tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el
Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en
los hijos, nietos y bisnietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con
piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No
pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el
Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado
para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el
día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás
trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu
esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque
en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en
ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y
lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en
la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás
adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No
codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu
prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada
que sea de él.»
Éxodo 20,1-17
...muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no
se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el
testimonio de nadie sobre un hombre,
porque él sabía lo que hay dentro
de cada hombre.